De la necesidad de cobijo, tradición y de la constante búsqueda de la perfección se sentaron las bases del buen hacer de los constructores. No en vano hemos llegado donde estamos, con todo nuestro haber que incluye bueno y también malo.
De la necesidad primitiva de cobijo pasamos al idealismo sumergiéndonos en el anticonformismo de una sociedad en creciente expansión. Debido a este exceso de confianza en una realidad inventada tuvo que ser como fue de resultado una total apatía por las normas más elementales de la naturaleza.
No se trata de construir sino de dotar de espacio. No se trata de decorar sino de armonizar vivencias. Tampoco se trata de evaluar una estancia sino un todo.
Nos hemos esforzado muy a fondo en percibir el estilo basado en una construcción efímera dejando aparte hechos notorios como la formación de los materiales más elementales como la piedra, la tierra o la madera.
El uso del plástico ha llenado todos los rincones de nuestro hogar fomentando la ilusión de obtener una vida más cómoda.
Una vez más, hemos de agradecer a un seguidor del blog importantes frases como “para que se produzca un cambio es importante desaprender”.
Mucho hemos aprendido en el camino y hemos sabido que al final debemos volver al origen para saber si hemos andado bien o mal.
Quizás debiéramos reflexionar si reconstruimos nuestra casa con materiales manufacturados cargados de productos irritantes y cuya fabricación provoca la destrucción masiva de nuestro hábitat y el consumo total de recursos naturales que disponemos degradando los vitales.
No es tan descabellado, en un mundo genial, utilizar los materiales que nos brinda la naturaleza.
Hemos llegado a unos estándares irrefutables en cuanto a resistencia olvidando otros preceptos igualmente importantes como son la economía, el uso de recursos naturales y la armonización con el entorno. No me gusta hablar de sostenibilidad, pues esta palabra usada en exceso como valor propagandístico no refleja una situación real sino inventada.
Piedra, madera y tierra formaron un primer triangulo mágico para las personas que habitaron antes que nosotros. Ellos supieron llevar sus vidas de una forma tan ilustre como nosotros las nuestras sin necesidad de quemar e intoxicar todo el aire de que disponemos.
Podemos trabajar para la una construcción mas en sintonía con la naturaleza y el entorno que nos rodea. Podemos hacer mucho o podemos hacer poco, pero si podemos hacer “algo”, en vez de quedarnos quietos viendo como las cosas no cambian por si solas.
Necesitamos retornar a los principios básicos del correcto habitar y así no perderemos de vista el noble arte de construir en este mundo que moramos y con el que tenemos una gran deuda pendiente.
Vamos a trabajar para conservar lo que disponemos. Vamos a reciclar lo reciclable, vamos a construir sólidamente utilizando piedra, cal, arena, tierra, paja, madera y mucho sentido común.
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