jueves, 10 de febrero de 2011

La casa sana


Voy a intentar realizar una sección dedicada a un tema que se olvida completamente cuando planificamos la construcción de nuestro hogar. Iré colgando entradas e esta sección con consejos prácticos sobre este importante tema tan importante a destacar para lograr un ambiente sano en nuestro hogar. A parte de la importancia de respetar un buen número de normas básicas de carácter general en cuanto a salubridad, hemos de tener en cuenta además que el tema se agrava de una manera exponencial en cuanto algún miembro de nuestra familia padece algún tipo de alergia por más leve que este sea. 

La mala noticia es que el 40 % o más de la población padecemos algún tipo de alergia con o sin conocimiento de ello. Hablaremos de las alergias porque es extremadamente importante mantener la casa en unos niveles mínimos en cuanto a alérgenos y substancias irritantes. Niveles mínimos quiere decir que es casi imposible erradicar todas ellas ya que se encuentran en forma natural y artificial alrededor nuestro formando parte de nuestra propia existencia.

Antes de dedicarnos construir cimientos, reforzar estructuras, derribar paredes y techos y rehabilitar o reconstruir debemos observar la humedad que contiene la casa que hemos comprado y queremos reconstruir o rehabilitar.

Ya hice una pequeña introducción en la entrada acerca de los forjados sanitarios y su misión específica en la casa. El tema no fue nada más que una introducción al importante mundo del bienestar. 

El bienestar no significa únicamente estar cómodamente sentados viendo un partido o una película por la tele. Bienestar significa, además, que nuestro organismo va a sentirse bien en el hogar, que va a estar siempre arriba y que si por desgracia, padecemos algún tipo de alergia, esta se verá minimizada en el entorno saludable que hemos creado.

Pensad que en una cama normal pueden haber hasta 10.000 ácaros con unos dos millones de huevos. No quiero asustaros, pero me gustaría reflexionar más acerca de las prioridades. Podemos tener todo, pero existe un orden y ese orden no podemos saltárnoslo a la torera.

Cuando compréis una casa antigua buscad las humedades, comprobad ventilación, posibles focos de humedad o agua.

La humedad proviene principalmente de tres maneras: por una entrada directa desde el exterior, por capilaridad, esto es de forma ascendente y por la condensación existente en el interior de la casa.

Todas estas formas de penetración o existencia de humedad parecen ridículas y fáciles de erradicar, pero no es tan sencillo. Hace años leí que en casos graves, en Estados Unidos, tuvieron que utilizar campos magnéticos mediante electrodos para solventar problemas de capilaridad. No es una broma. 

Podéis gastar una fortuna, no solucionar el problema y además poneros enfermos en manos de una persona que no sepa como erradicar una humedad de una casa.

No gastéis ni un solo céntimo hasta que no estéis seguros que van a desaparecer las humedades de la casa. Que una reciente y oportuna mano de pintura no tape a vuestros ojos una gran fuente de microbios y malestar.

Hablaremos de la condensación, de las entradas de humedad exteriores y de la condensación provocada por una deficiente ventilación y un exceso de calor en el hogar. Los ácaros se encuentran muy a gusto a 25° centígrados y con una humedad relativa superior al 70%. Las cucarachas se reúnen alrededor de los focos de humedad y está demostrado que el moho resiste a todo menos a una solución de alcohol rebajado al 70%. En otra entrada enumeraremos unas cuantas enfermedades producidas por parásitos y microbios existentes inevitablemente en nuestro hogar. Además hay que sumar los productos irritantes los cuales componen casi todo lo que nos rodea y nos permite mantener el llamado “nivel de vida”. Plásticos, baldosas, pinturas y un largo etc.

Me parecía más humilde hacer esta pequeña reflexión antes de empezar a poner entradas de cómo derribar paredes y techos, encofrar, pavimentar o pintar.

La primera batalla es contra la humedad. Todos los seres vivos tenemos derecho a la vida, pero hay un derecho aún más fundamental que es la supervivencia.

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