Cuando acometemos un proyecto de construcción. Esto quiere decir inmediatamente después de tener todos los permisos y licencias en regla, es el momento que empiezan a aparecer los contratistas o industriales que hemos empezado a contratar después de negociar con más o con menos el mucho o el menos.
Después de 25 años de experiencia os puedo asegurar que muchas veces si no ando listo me la dan con queso. Aseguraros y reaseguraros. Todo detallado, por escrito, firmado y rubricado si fuese menester.
En el transcurso de la obra, puede ser que los precios oscilen, normalmente al alza. En raras ocasiones y con almacenes o industriales de mucha confianza me he alegrado cuando alguien me ha comentado que esto o aquello ha bajado de precio.
Siempre todo sube, siempre. Pero el problema es que vosotros tenéis un presupuesto específico y cerrado. Puede ser que incluso hayáis pactado con el banco ese presupuesto, en las memorias del arquitecto, pólizas, etc.
Si el precio sube, el industrial os pondrá problemas.
Si contratáis toda la obra a un mismo contratista os podéis encontrar con uno bueno, con uno malo o con uno extremadamente malo ( esta categoría la podríamos englobar en una sola pero es que curiosamente existen las dos de forma separada).
El mal contratista sabe aplicar los precios porque pregunta a otros contratistas tan malos o peor que él y entonces especula en la solvencia del cliente, en la manera en que nos va a pedir el dinero, en la forma en que si surge algún problema escapar sin responsabilidad y muchas otras cosas.
El buen contratista sabe lo que se hace, conoce los precios de los materiales, entiende las fluctuaciones, consulta los precios de las partidas en el gremio, con gente profesional como é.
En el mundillo, todos nos conocemos y todos sabemos de todo y todos y al final existe el que hace bien las cosas.
Podéis encontraros que un industrial o contratista es más barato que otro. ¡Analizad quién es! El buen constructor os dará un precio justo. Será de la zona, respetado y conocido y tendrá unas credenciales y un trabajo realizado. También hay buenos constructores que empiezan, tienen menos obras realizadas pero son de toda confianza.
No tengo interés en discutir acerca de racismo e inmigración, no es ese mi propósito, pero he de advertiros que tengáis cuidado con los contratistas o industriales inmigrantes los cuales no tienen en España ningún punto de apoyo en caso de problemas. ¡Comprobad su solvencia! En caso de surgir algún problema y dado que normalmente siempre andan al día en el tema de los cobros, os dejarán colgados, con la faena a medio hacer o lo que es peor mal hecha, la cual tendréis que desmontar con el consiguiente sobre coste de demoler lo hecho y volver a construirlo bien. Siempre podeis quedaros con la opción de la chapuza, pero si la casa es para vosotros, ¿quien quiere una chapuza?
Todos, cuando nos construimos una casa, pensamos en un hogar.
¡Dejad que vuestros hogares lo hagan buenos constructores y tendréis siempre un buen hogar!
Olvidaros de las prisas que a veces nos hacen escoger mal.
Confiad en vuestra intuición más que en vuestro bolsillo. Ya llegaremos al capítulo de ahorrar costes.
Resumen:
Mejor un buen constructor, aunque sea más caro y con esto no quiero decir que los más caros sean los mejores constructores, a veces es al contrario, los más baratos son los que conocen mejor sus cualidades y recursos y saben cómo aplicarlos eficientemente. ¡Observad lo que han hecho!
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